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Rasca Rascaaa!!=)

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Sad Love Quotes

jueves, 13 de mayo de 2010

Capítulo 33 (Alec)

I’m a satellite heart, lost in the dark... I’m spun out so far. You stop, I start. But I’ll be true to you. Don’t you see it’s wrong? Can’t you get it right? Out of mind and outta sight... Call on all your girls, don’t forget the boys; put a lid on all that noise! But I’ll be true to you, no matter what you do...I hear you’re living out of state, running in a whole new scene! You know I haven’t slept in weeks, you’re the only thing I see... I’m a satellite heart, lost in the dark... But I’ll be true to you, no matter what you do...


Satellite Heart- Anya Marina








Explicar a Maggie nuestra naturaleza era más difícil de lo que jamás había podido imaginar. No porque fue una tonta, o no entendiera lo que estaba contando, sino porque ni siquiera sabía cómo decírselo.

Intenté aclarar mi mente, y, finalmente, comencé.

- Bueno... En realidad nosotros no somos dioses, ni semidioses... ni nada parecido. Somos creados, como antes Adara había dicho a Meygan. Somos inmortales... Podemos vivir por siempre, y sólo hay una forma de destruirnos... Es una piedra llamada indigolita, proveniente de la familia de las turmalinas. La mayoría de la gente asocia este nombre a las musas... Ellas nos crearon...


Nos hicieron un tatuaje con este material fundido, y nos dibujaron dos dibujos: uno que simbolizaba nuestra apariencia humana, y que tenía esta forma... - me remangué la manga de la sudadera y le enseñé una pequeña marca con forma de I, y que casi formaba un cuadrado, exceptuando porque le faltaba un lado. Ella lo miró impresionada.

- ¿Y no se borra?- preguntó con curiosidad.

- No. Nunca. A menos que utilicemos la piedra de la que te he hablado antes... La indigolita.

- ¿Pero entonces c...?- comenzó, pero la interrumpí.

- Espera a que acabe y entonces me preguntas lo que quieras....- ella asintió.- Como iba diciendo, nos hicieron dos tatuajes: uno el que te acabo de enseñar, y el otro tenía la forma de una llama de fuego, como representación de la sabiduría que iríamos adquiriendo con el tiempo.- ella me miró con el ceño fruncido, cosa que me hizo gracia.- Maggie, ten en cuenta que los dioses llevan exisitendo siglos, aunque no los veamos... Nosotros fuimos creados hace miles de años... Obviamente hemos adquirido sabiduría suficiente. Ni siquiera necesitamos ir al colegio...- ella abrió la boca, pero instintivamente la cerró. Yo la sonreí.- Bueno... Y ahora les servimos en todos los trabajos que ellos nos ordenan que hagamos... Creo que básicamente es eso... Puedes preguntar lo que quieras.- ella me sonrió, y comenzó a preguntarme con interés:

- ¿Pero qué pasa con esa piedra... la indigi...

- Indigolita.- corregí.- ¡Oh, es verdad! Se me había olvidado contártelo.- asintió, al igual que yo.- Bueno... únicamente existe una forma de destruirnos... o más bien de convertirnos en mortales y después matarnos. Tienes que volver a fundir esa piedra y poner el líquido en nuestros tatuajes; de ese modo desaparecerán para siempre.

- ¿Y no lo has intentado hacer nunca?- la miré confundido.- Sí... intentar fundirlo y volver a ser humano...

- ¿Por qué querría hacerlo?- ella miró hacia otro lado nerviosa.- Aparte de ser un proceso complicado y que puede costarte la vida encontrar la indigolita, la temperatura de fusión que los dioses crearon para que pudiera fundirse es de 250ºC. Hay que estar loco para ponerte algo así en el brazo... Además- añadí, al ver su cara de decepción-, conozcí a uno que lo hizo en el 1400 y no se volvió a saber nada más de él. Desapareció.

- Vaya... Lo siento mucho.

- ¡No lo hagas! Era un idiota. No me caía nada bien. Si aunque sea le hubiera visto morir con mis propios ojos, hubiera estado más contento.- me miró horrorizada.- Antes, no ahora. - Maggie suspiró aliviada.

- ¿Y por qué no querías verme hace dos semanas? ¿Y fingías que yo no existía?- me quedé sin palabras... No sabía qué contestarla...

- Ehh... Porque temía a que descubrieras mi secreto.- la mentí. Sentía mucho hacerlo, pero hice una promesa a su padre. Además, en cierto modo esa era una de las razones...

- ¿Entonces ya no lo volverás a hacer?- preguntó con gesto precavido. Suspiré.

- No... Esto... Me gustaría preguntarte algo.- mis mejillas adquirieron un tono rosado. Vale. No me importaba lo que había quedado con su padre. De hecho, le demostraría que era una buena persona. Ahora, claro. Y sin hablar de mi pasado.- ¿Querrías salir conmigo?-por un momento Maggie se quedó con la boca abierta, sin saber qué decir. Luego frunció el ceño, y, tras unos segundos mirándome fijamente sonrió.

- Sí, por supuesto que sí.- me volvió a entregar esa sonrisa cálida que no veía hace días, y, sin controlar mis movimientos la besé. Y ella correspondió a mi beso. Sus labios se movían con una sincronización perfecta, al igual que los míos. Ambos necesitábamos tanto ese beso... Ella era una droga; cada vez necesitaba más. No podía dejarla, no importase cuánto me ordenaran hacerlo.

- ¡¡¡Bien!!!- exclamó una voz a nuestras espaldas llena de alegría. Paramos de besarnos rápidamente y nos giramos. Meygan estaba con una cara de felicidad que me asustaba. No se había emocionado tanto desde que cumplió los 1200 años. Me daba incluso hasta miedo. Tan alegre... Maggie estaba conmocionada.- ¡Al fin estáis juntos!- dijo mientras hacía movimientos danzando en nuestra dirección.- Y a ti ya te vale tenerla así hasta ahora.- me miró haciendo un puchero.- Pero me alegro mucho por vosotros.- nos sonrió. Era la primera vez que veía a Meygan sonreír de felicidad por otras personas, y esta sonrisa parecía muy sincera.

- Meygan...- comenzó Maggie avergonzada y con las mejillas rojas.- Gracias... Pero de verdad no hacía falta que v...

- Tonterías.- bufó Meygan con la misma sonrisa.- Es hora de que vosotros dos os vayáis a dar un paseo por esta maravillosa ciudad llamada Eugene.- nos levantó a los dos y nos fue empujando hacia la puerta mientras Maggie protestaba.

- ¿Pero qué le voy a decir a mi padre? ¡Ahora mismo debería estar en el colegio!

- Oh, vamos, Maggie. Ahora técnicamente estarías comiendo.

- ¡Con más razón! Debería estar en casa comiendo con mi padre... si es que no se ha marchado.

- Bah. Maggie, yo hablaré con él si me pregunta por ti.- contestó tajante Meygan, y nos cerró la puerta de la calle en las narices.

Maggie se quedó con la boca abierta, sin poder decir nada.

- Venga, Mag. Vamos a comer por ahí. Pasemos algo más de tiempo juntos.- la consolé abrazándola.

- Sí, pero...

- No hay peros que valgan ahora. Vamos.- la cogí de la mano y la llevé a dar una vuelta. - ¿Tienes hambre?

- Todavía no.

- Entonces déjame llevarte a un sitio.

0 Ayuditas^^: